Los seguros trazos de Gustavo determinan una madurez en la concepción de la composición y la dinámica de su obra. Los fondos negros y el rompimiento de esquemas en forma de bloques situados en distintos planos le dan fuerza plástica y energía a la temática elegida por él.
La incursión del blanco sobre el negro le brinda la iluminación necesaria para el sostenimiento del punto visual que por momentos quiere ser engañosa y pretende llevarnos hacia un relato de ciencia y ficción, como si fuera que todo lo que cuenta en sus dibujos Gustavo propone decirnos que si ignoramos todo aquello que sucedió somos habitantes de otro planeta.
Gustavo Rodríguez nos sorprende nuevamente con su cuidada estética de contrastes.
En esta exposición presenta piezas de fino acabado en lápices de diferentes tonos. Pero no busque el amigo lector rastros de esta técnica en las obras: abra los ojos al asombro, a una puesta en escena llena de dramatismo, a los claroscuros y al impacto de un diseño que interviene en los dibujos y desea robarse el protagonismo.
Líneas, planos, sombras y luces compartiendo un espacio común, pero armónicamente: disputándose cada centímetro del papel, peleando la atención del espectador, llenando los ojos de profundos y amenazantes fondos oscuros, bloques superpuestos, perspectivas forzadas hasta límites de pesadilla.
Una obra que contrapone la increíble paciencia puesta en su realización con el sentimiento de enorme inquietud que provoca su presencia.
El gran dominio de la técnica del grafito y el acabado final, de una pulcritud perfecta y exacta, son el marco preciso con el que Gustavo nos traslada a una época que es de vital importancia no olvidar, no por un afán de revanchismo sino porque ésta, junto a sus injusticias y errores, no debe repetirse jamás.
Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetir sus errores.