Génesis de una Dictadura
Todas las Dictaduras comienzan por alguna parte, pero siempre se inician por el miedo, por el terror, por el miedo, por el vandalismo, por el miedo, por la opresión, pero irremediablemente… por el miedo.
Ésta es una historia simple, donde un niño de 12 años relata una historia de miedos, fantasmas y desaparecidos. Todo ocurre durante el cruento golpe militar en Chile de 1973, hasta su éxodo y el de su familia a finales de los ´70.
Miedo, rabia y desconcierto fue lo que sentí aquella mañana cuando los aviones pasaron sobre mi casa rumbo al Palacio de La Moneda. Yo sólo tenía 12 años, el miedo y las dudas se apoderaron de mi. Mi madre no pudo evitar derramar algunas lágrimas; nos abrazó y nos dijo que todo iba a estar bien. Recuerdo que el cielo estaba nublado y a medida que pasaban las horas, las nubes se volvían más negras, pero no lo suficiente para impedir la visual a los aviones que viajaban irremediablemente hacia su destino de horror.
Ése día, 11 de septiembre de 1973 recibimos la noticia que el presidente había muerto, mi pregunta en ése momento fue: que pasaría después? si habían sido capaces de destruir el Palacio de La Moneda y con ella a la democracia, en nombre de la libertad – algo que me sonaría tan familiar años más tarde leyendo el tratado secreto de la Guerra de la Triple Alianza – la respuesta vino sola.
Como un manto negro que lo envuelve todo, cayó sobre nuestros espíritus el síndrome del miedo, un toque de queda largo y prolongado. El estado de shock fue instantáneo y el miedo sin lugar a dudas se convirtió en el arma, la herramienta, la metodología y la acción más fructífera que ese sistema verticalísta haya usado con mayor éxito durante su reinado de terror.
El miedo se enseñoreo apoderándose de nuestras vidas, de nuestros sueños y de nuestro futuro, nuestra condición de familia modesta nos situaba en la brecha de los menos. A mi padre se le vino el mundo encima, sabía que todo se nos volvería más difícil, -lamentablemente en Chile es “arto” difícil convivir con las brechas sociales – entonces todo volvería a ser como antes, pero con la diferencia de que esa brecha se tornaría cada vez más grande.
El miedo fue creciendo, la búsqueda de seres contrarios al sistema era incesante, la metodología del terror cada vez era más tecnificada, los métodos de control eran más severos, los apresamientos y desapariciones hacían mella en nuestros espíritus. Familiares y amigos que huían, muchos eran apresados en el Estadio Nacional y otros que inexorablemente desaparecían como tragados por la nada.
Esto es algo parecido al cuento de Inodoro Pereira, que dice algo así: estando Inodoro en la rueda del fogón, alguien pregunta, quien quiere contar cuentos de aparecidos?, pero sin embargo -dice Inodoro- yo conozco de desaparecidos y esos si que no son cuentos.
La intención de esta muestra se basa en tratar de graficar los matices del miedo. De cómo el génesis de esa dictadura infame y criminal fue tomando forma, cuerpo y poder. Y de cómo el epílogo de su poder llegó a nosotros, motivando nuestro éxodo en 1978.
En las siguientes obras podrán apreciar que el concepto principal se inicia por un marcado destaque en los diseños con las luces rastreadoras que verán en toda la muestra. Éstas intentarán con sus haces hurgar en la noche. Fuera y dentro de los hogares, motivándonos en definitiva el miedo. Ése miedo interno, ése miedo subterráneo que nos envolvió a todos con toda su violencia.
Las personas están semejadas como monolitos de miradas temerosas, como aquellas miradas de los perseguidos que aún estando engrillados en su tortura temen que los vuelvan a encontrar.
Después las luces irán tomando un protagonismo más relevante y despiadado, las mismas ya buscan desde el cielo al chivo expiatorio que más tarde les dará de comer.
Los relatos se van sucediendo a medida que avanza la muestra. En algunos casos nos veremos retratados, pero el miedo va cambiando de técnica y forma, es más tecnológico y certero. Busca en la noche y busca en el día.
El miedo no descansa, no duerme, el miedo no tiene amigos… el miedo no tiene familia.
El miedo motivó nuestra huida, el miedo nos instó a salir para no perder quizá lo único que nos quedaba, la dignidad para no perecer
Esta muestra está dedicada a la memoria de Livio Abramo, mi maestro. Un gran hombre que me ayudó a ordenar mis ideas y darle libertad a mis líneas.
A mi familia toda, en especial a mis hijas y a mi esposa por el apoyo y su fe en mí.
A mi padre por el valor y esfuerzo de toda una vida y a mi madre por ser una mujer valiente y dedicada.